El visitante by Jon Vendon

El visitante by Jon Vendon

autor:Jon Vendon [Vendon, Jon]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2020-03-26T00:00:00+00:00


Capítulo 6: El desenlace

Se despertó antes del alba. Miró el cielo aún estrellado. Tomó su mochila y se la colgó en la espalda. Pasó junto a los jóvenes, que seguían durmiendo. Sonrió y acarició con ternura la cabeza de cada uno de ellos mientras pronunciaba su nombre en voz baja, dedicándoles más tiempo a Jacob y Amira.

—Señor, no los dejes solos. Acompáñalos y muéstrales el camino —dijo mirando el cielo.

Llegó, aún de noche, a uno de los accesos a la Explanada de Las Mezquitas, hacia donde se dirigían musulmanes para la oración de antes del alba. Pasó el control israelí sin llamar la atención entre los numerosos fieles. Una vez en la Explanada, utilizó una de las numerosas fuentes para realizar la ablución: el lavado ritual de manos, brazos, pies, piernas y cara, que los fieles han de hacer antes de acceder al culto. Cuando se disponía a entrar en la mezquita Al-Aqsa, uno de los guardianes musulmanes de la Explanada lo detuvo agarrándole el brazo.

—No puedes entrar. El acceso al templo para la oración es exclusivamente para musulmanes —le dijo.

Un momento, ¿tú no eres el…?

El guardián no pudo acabar la frase, puesto que el visitante volvió sobre sus pasos y se alejó, entonces usó su teléfono móvil para hacer una llamada.

El visitante se detuvo, se arrodilló en dirección a La Meca y comenzó a rezar las oraciones preceptivas: dos rak’ah sunnah mu'akkadah, y seguidamente dos rak’ah fardh.

Un hombre vestido con una túnica blanca y una kufiyya (una prenda con la que se cubren la cabeza algunos musulmanes) lo vio, y esperó a que acabase de rezar para hablar con él.

−Salam aleikum −que la paz sea contigo, le dijo.

−Wa alaikum assalam −y contigo, respondió el visitante.

—¿Qué haces rezando fuera de la mezquita?

—Cualquier sitio es válido para rezar. La oración es algo personal entre un hombre y Dios, no necesita ni de templo ni de otros creyentes.

El visitante evitó comentarle la prohibición de que había sido objeto para entrar en la mezquita.

—Sabias palabras. Soy imán, y suelo dirigir la oración en la mezquita Al-Aqsa. Aún puedes acompañarme, si así lo deseas, para la oración de después del alba.

—De acuerdo, te acompañaré.

Tras realizar de nuevo el ritual de limpieza corporal, entró junto con el imán en el templo. El guardián que lo había parado lo observaba, pero en esta ocasión no intentó impedir su entrada a la mezquita.

—Sitúate donde desees —le sugirió el imán−. Yo voy a subir al mimbar para dirigir la oración.

El visitante se arrodilló entre dos devotos mientras el imán subía al púlpito por unas empinadas escaleras.

Al finalizar la oración el visitante se aproximó al mimbar para despedirse del imán, este lo vio y bajó las escaleras, se abrió paso entre los fieles y lo abrazó.

—Sé que no eres musulmán —barboteó−, pero tu fe en Dios es mayor que la mayoría de los que presumen de ello. Tú evitaste el atentado en la Sinagoga de Hurva. Como dijo el profeta Mahoma: «tres cosas hay destructivas en la vida: la ira, la codicia y la excesiva estima de uno mismo».



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.